
Recuerdo un viejo cuento… Trataba de una escalera que estaba tirada en el patio trasero de una casa, era más que una simple escalera, mi abuelo y yo sabíamos el secreto que ocultaba. Solíamos esperar a que anocheciera, mientras los demás dormían, nosotros escalábamos aquella maquina de ilusiones.
Cuando llegábamos a la cima nos sentábamos en la luna a descansar, mirábamos el mundo inmenso y luego de un par de juegos regresábamos para dormir.
Tenía como costumbre pedir a la luna una estrella prestada, la ponía bajo la almohada al momento de acostarme, en medio de la noche cuando yo ya estaba dormida, bajaba la luna procurando no despertarme a buscar su estrella. Cuando despertaba, todo habia sido un sueño.
Cuando llegábamos a la cima nos sentábamos en la luna a descansar, mirábamos el mundo inmenso y luego de un par de juegos regresábamos para dormir.
Tenía como costumbre pedir a la luna una estrella prestada, la ponía bajo la almohada al momento de acostarme, en medio de la noche cuando yo ya estaba dormida, bajaba la luna procurando no despertarme a buscar su estrella. Cuando despertaba, todo habia sido un sueño.
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